dissabte, 6 de setembre del 2008

Bodegas Viña Magaña


And The Gabarra goes to Bodegas Viña Magaña.

Con esta introducción, los que seguís las convocatorias de Iberoamérica en Cata, enseguida habréis deducido que en este post evocaré mis orígenes en esto de la cata de vinos siguiendo la propuesta de "El Vizcaíno" para la undécima edición.

A día de hoy, ya no puedo esconder que me he convertido en una "enochalada" (con permiso de Polakia por la licencia), si me comparo con mis amigos o familiares, o quizá todavía estoy en proceso de metamorfosis, si me mido con según que otros aficionados al vino.

En este proceso de transformación identifico tres hechos cruciales. El más reciente y seguramente el que ha supuesto un mayor impulso en mi afición ha sido la publicación de este cuaderno, el cual ha probocado que mi interés por el vino dejara de ser básicamente sensorial, para convertirse en una inquietud más intelectual. Pero con toda seguridad, el factor que más ha contribuido a mi creciente afición por el vino, es el hecho de que el blog me ha permitido entrar contacto con otros aficionados.

El segundo punto de inflexión son los varios cursos trimestrales de cata de vinos del "Centre Cívic Pati Llimona", conducidos por el enólogo Jordi Sabaté, a los que asistí entre los años 2001 y 2006. Nunca antes me había sentido tan a gusto repitiendo curso, y es que me llegué a apuntar hasta 5 ó 6 veces!!

Estos dos hechos que acabo de citar son los verdaderamente relevantes. Sin embargo, cuando me pregunto por el desencadenante que hizo que acabara interesándome por el vino, siempre me remonto al invierno del 96/97 y me traslado a la ciudad de Lleida. Más exactamente a la casa de un distribuidor de vinos, al que yo conozco como "Paco Vinos", que me invitó, a mí y al amigo que tenemos en común, a unas copas de un Viña Magaña Crianza 1982... ¿O quizá fue un Barón de Magaña? (D.O. Navarra). Me acuerdo de la añada perfectamente, pero como no sé exactamente qué vino era, diré que fue el primero.

Paco Vinos S.L.


C/ Segrià, 3
(Barri Universitat)
25006 Lleida
Tel.: 973 28 98 90
Recuerdo perfectamente esas copas del Magaña 82 (añada calificada como excelente por el propio C.R.), tanto el contenido, como el continente. Por ese entonces, las copas me parecieron inmensas, delicadas y elegantes, poco acordes con el entorno en que me hallaba, un tanto "desgarbado". Con las copas en la mano, Paco nos habló del vino, no recuerdo las palabras exactas, pero aparte de comentarnos el vino con alabanzas, también se refirió a su origen, a su historia, a la bodega, al bodeguero y a sus viñas.

Esa conversación entorno a una copa de vino, más que el propio vino, ya que entonces digamos que no tenía muy desarrolladas las facultades que hacen que hoy pueda apreciar un buen vino (o eso es lo que creo), fue lo que hizo que ese vino me supiera diferente a todos los otros que había probado a mis 22 años y que lo haya recordado como algo especial durante tanto tiempo.

Supongo que esto es lo que "El Vizcaíno" definió como "ver bajar la gabarra".

Desde entonces ha llovido mucho, pero a pesar de que los vinos de Bodegas Viña Magaña no son difíciles de encontrar en Barcelona (los tienen en Vila Viniteca), no había vuelto a probar ninguno de los vinos de esta bodega navarra.

Se dio la circunstancia de que los días previos a la undécima edición de IEC me hallaba en Navarra, donde había ido a acompañar a Jose a Roncesvalles, el punto de partida de su peregrinaje a Santiago. Así que me propuse no dejar escapar esta oportunidad tan pintada de "visitar mis orígenes" (en esto de la afición por los vinos, se entiende) y aproveché mi viaje de vuelta a Barcelona para detenerme en Barillas y visitar Bodegas Viña Magaña. De qué mejor manera podía empezar casi un mes de "rodríguez"?!

Bodega Viña Magaña


Bodegas Viña Magaña
San Miguel, 9
31523 Barillas
Tel.: 948 850034
bodegas@vinamagana.com
www.vinamagana.com
Llegué a Barillas la mañana del día de San Juan a la hora convenida (ya que me presente bajo cita previa) y encontré la bodega en el centro del pueblo sin mayor dificultad. Diego Magaña, hijo de uno de los fundadores y a la vez enólogo de la bodega (tarea que comparte con su padre), fue quien me guió por unas instalaciones repartidas en varios edificios.

Nada más recibirme, Diego mostró su sorpresa por el hecho de que fuera solamente yo quien estuviera interesada en visitar la bodega, pero no quise revelarle el verdadero motivo de mi interés por Viña Magaña hasta el final, ya con una copa de sus vinos en la mano.

Empezamos el paseo por la instalación más antigua de la bodega. Una nave que ya se utilizaba con los mismos fines, pero seguramente que con distintos procederes, antes de que pasara a manos de los actuales propietarios. Entramos a oscuras y seguí a Diego unos metros hasta que alcanzó el interruptor de la luz, cuando se encendieron las lámparas me encontré rodeada de enormes nichos repletos de botellas de todas las añadas que ha dado esta bodega fundada en 1968 (aunque creo recordar que no empezó a dar vinos hasta algunos años más tarde). De cada nicho colgaban pizarras indicando la añada y la cuvée, de este modo pude identificar las botellas del Viña Magaña 1982. Ni me atreví a pedirle una botella después de que me contara que su distribuidor japonés les quería comprar todas las existencias y ellos no se las quisieron vender.

En este mismo edificio que está climatizado, al igual que todos los demás, también cuentan con unas antigua cubas de cemento que todavía usan para guardar el vino antes del embotellado por ser un material muy poco sensible a los cambios externos de temperatura. También, en en esta misma nave reposa una parte del parque de barricas donde se crían alguna de las cuvées de la bodega.

Para continuar con la visita, salimos fuera y cruzamos la calle. En frente, en un jardín cercado y muy bien cuidado es donde están el resto de edificaciones. En la primera que visitamos, que recuerdo como la más grande, tienen la sala de vinificación con la prensa y varias cubas de ínox de dimensiones más bien reducidas.
En otra sala oscura y climatizada, es donde guardan el stock embotellado. Cuentan con otro pequeño edificio exclusivamente destinado a las barricas del Torcas, una cuvée que elaboran en exclusiva para uno de sus distribuidores (si digo que es el más conocido de Barcelona, ya no hace falta ser más explícitos). Esta sala además de estar climatizada, cuenta con un sistema que mantiene la humedad constantemente al 80% (creo recordar), entre otras cosas, la "presión" que ejerce la humedad sobre la madera del roble evita pérdidas de líquido y oxidaciones no deseadas. También fue en esta sala donde nos fijamos más detenidamente en el parque de barricas, las cuales proceden de varias tonelerías como Taransaud, Saury, François Frères, Cadus y otras, en las que siempre buscan grano extrafino, tostado medio y secado natural.

Puntos Parker España 2008
Calchetas 2005: 95 puntos (21€)
Merlot 2005: 92 puntos (13€, precio del 2001)
Barón de Magaña 2004: 90 puntos (6€ aprox, del 1999 y 2004)
Dignus 2004: 89 puntos (6€)
Durante el trascurso de la visita, estuvimos hablando de varios temas. Diego sacó el tema de los puntos Parker, ya que todos los vinos de la bodega han sido puntuados por el gurú del vino por excelencia y además con notas que van de los 89 puntos del Dignus a los 95 del Calchetas. El orgullo que siente Diego Magaña por su trabajo y sus vinos también se hizo sentir en comentarios como que "sus vinos están en las cartas de los mejores restaurantes". Según él mismo, son una bodega pequeña que desde sus orígenes se ha orientado a la elaboración de vinos de calidad, por lo tanto su objetivo no es el de estar presente en grandes superficies, sino únicamente en los sitios más selectos y especializados. Tampoco se guardó para sí aseveraciones tales como que Viña Magaña está considera la mejor bodega Navarra en cuanto a la elaboración de vinos de calidad. Puede que la sombra que proyectan bodegas como Chivite o la idea general que tenemos de los vinos navarros, eclipsen los vinos de Magaña a buena parte del público, pero lo cierto es que más de la mitad de la producción de Viña Magaña (creo que un 80%) va a parar al mercado internacional, mayoritariamente a EEUU y Japón.

Con lo dicho, no pienso que el joven enólogo acuse falta de modestia. A mí me merecen un enorme respeto aquéllos que sienten satisfacción por el fruto de su trabajo y que pueden presumir de sus logros y de haber alcanzado las metas que se habían fijado.

Yo, por mi parte, me interesé más acerca de las fincas y las variedades que cultivan. Actualmente son propietarios de 80Ha de viñedo y desde los orígenes apostaron por las variedades francesas (entonces no admitidas por el consejo regulador de la D.O. Navarra) cabernet sauvignon y principalmente merlot. Esta última obtenida a partir de un clon del Petrvs y conducida en guyot simple ya que solo produce racimos a partir de la tercera yema. Aparte de las dos bordelesas, también cuentan con syrah y tempranillo y algo de garnacha, cepa navarra por excelencia, que sin embargo piensan arrancar.

En cuanto a las vinificaciones, en Viña Magaña los encubados son largos, persiguiendo, claro está, obtener la mayor extracción de taninos y de color posible. Expresé mis reservas respecto a este tipo de vinos "sobreextraídos" que en la mayoría de casos me parecen pesados, pastosos y faltos del viveza y estructura. Diego trató de disipar mis reticencias, primero refiriéndose a las características de la tierra y el clima, el cual permite unas maduraciones más lentas que en otras zonas y en segundo lugar con un ejemplo gráfico (que a mí me gustaría contrastar) que ilustró con los valores en pH de la acidez de su tempranillo, la cual ronda el 3,3 cuando el valor medio está en un pH de 3,8.

La última sala que visitamos estaba habilitada como salón para recibir visitas y organizar catas y comidas. Aquí Diego me dio a probar uno de los vinos de la bodega y, advertido de mis preferencias, escogió un vino "ya hecho", un Barón de Magaña Merlot 2000 el cual decantó y jarreó durante unos minutos. El vino presentaba color rubí apuntando a teja en el ribete. La nariz en un primer momento estuvo dominada por aromas terciarios de marroquinería y tabacos. Se abrió y afloraron frutos maduros como la ciruela y la grosella negra, sin embargo la sensación general fue de un frescor balsámico. En boca los taninos estaban pulidos y cabe destacar su buen equilibrio entre tanino y acidez, con buen recorrido y persistencia, para nada pesado y pastoso. Me gusta destacar estas dos cualidades que no hallé en el vino por todo lo que he expresado anteriormente y especialmente por que no suelo compartir los gustos de Mister Parker, ni ser partidaria de las "bombas frutales".

La impresión que me llevé de Viña Magaña, es la de una bodega con una dirección muy marcada que tiene una concepción del vino algo desarraigada de la tierra en donde nace, pero que puede llegar a justificarse con los resultados que dan sus productos, los cuales yo califico de vinos de porte moderno, pero de concepción clásica, concebidos para sobrevivirnos a todos nosotros, es decir, aptos para largas guardas y lentas maduraciones.